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La velocidad en el luchador de Sanda. Parte 1


«No es la voluntad de ganar lo que importa, todo el mundo la tiene. Es la voluntad de prepararse para ganar lo que importa»


Paul Bryant


Podemos decir que en el combate de Sanda se precisan el máximo rendimiento posible de todas las cualidades físicas básicas para un buen desempeño. Establecer una jerarquía de prioridades en el proceso de desarrollo de estas no es fácil. Además de las características individuales del entrenado, nunca sabremos con anterioridad las peculiaridades del momento combativo final. Tampoco podremos determinar previamente cuáles de estas cualidades serán demandadas en mayor medida en uno u otro momento del combate.


No obstante, dadas las propias características de la disciplina, sí podemos establecer ciertas prioridades fundamentales que nos sirvan de guía para poner orden en el complejo proceso formativo y de entrenamiento deportivo de un luchador de Sanda. Una de estas cualidades imprescindibles y prioritarias es la velocidad.


Aunque, como hemos dicho, es probable que nuestras necesidades en el momento de la lucha sean máximas en todas las cualidades, sobre todo en la fuerza y en la resistencia, la velocidad sigue resultando crucial en relación con todas las demás.


Cualquier carencia de velocidad reducirá la potencia de los golpes, la capacidad de esquiva, la dificultad para el desplazamiento, para gestionar las distancias; impedirá una toma ágil de decisiones y generará dificultad para llegar a los momentos estructurales que más favorezcan a la táctica elegida para cada situación.


Es por esto por lo que, pese a la dependencia casi global de la fuerza y de las restantes cualidades, otorgamos un valor superlativo al desarrollo de la velocidad como elemento clave y fundamental de la funcionalidad combativa última; un factor clave para que el resto de las cualidades puedan manifestarse de forma oportuna y con todo su potencial dentro de la técnica y la táctica del momento.


Establecer este rango de importancia, esta pre-jerarquía supeditada a un modelo de entrenamiento sinérgico, es clave para poder programar correctamente el entrenamiento del luchador de Sanda. Lo será, tanto en su entrenamiento base introductorio, es decir, su introducción docente a la disciplina, como en la oportuna y posterior preparación cíclica para su desempeño competitivo.



Aunque el entrenamiento global lo definimos en términos relativos al conjunto de factores combativos del deporte, el entrenamiento específico y funcional, destinado a dotar de potencia combativa al entrenado, comienza por tener claras cuatro cuestiones fundamentales para cada apartado que decidamos introducir en el plan:


  1. qué queremos desarrollar

  2. por qué lo necesitamos

  3. cómo podemos hacerlo correctamente

  4. qué tiempo tardaremos en lograrlo


Veamos algunos datos fundamentales para dar respuesta a estas cuestiones en el ámbito relativo al entrenamiento de la velocidad del luchador.


Cuando hablamos de velocidad en términos generales nos referimos a un conjunto de elementos sumatorios que producen ese resultado final, eso que interpretamos como «velocidad».


Sin embargo, aunque podemos definir a la velocidad en la lucha como «la capacidad de realizar una acción combativa eficaz en el mínimo periodo de tiempo», debemos entender que esta acción final es el resultado sumatorio de una cadena de otras velocidades que deben optimizarse, relacionarse y coordinarse en su emergencia para que el resultado final sea óptimo.


Debemos distinguir con claridad los diferentes componentes de esta cadena de velocidades para poder dar un enfoque óptimo a los modelos de entrenamiento docente, a la planificación competitiva y a la periodización cíclica que utilizaremos en la formación y preparación deportiva del luchador.


Cuando hablamos de velocidad nos referimos a muchos elementos: velocidad de reacción, de locomoción, frecuencia de acciones, velocidad de la acción concreta, potencial de aceleración y velocidad mantenida (resistencia). Aunque señalamos en primer lugar a la velocidad de reacción, existe una serie de momentos previos que también está profundamente condicionados por otros muchos factores y que también determinan la velocidad combativa final del atleta.

La velocidad combativa final es el resultado sumatorio de una cadena de otras velocidades que deben optimizarse, relacionarse y coordinarse.

La primera velocidad que requerimos es la de la percepción. Esta comienza con la información sensorial que el luchador obtiene del entorno combativo, su identificación y su procesamiento en términos de respuesta. El tiempo de todo este proceso determina un potencial de anticipación táctica y técnica que marcará la diferencia entre el éxito combativo o el fallo.


Esta distancia temporal entre el momento en el que el luchador percibe la situación combativa específica y lo que tarda en la elaboración de su respuesta motriz, siempre teniendo en cuenta otros posibles factores intervinientes, nos enmarcan tres de los tiempos en fase que tendremos que abordar en nuestros modelos de entrenamiento.


Para la primera de ellas debemos saber que la aparición inicial del estímulo está condicionada por la velocidad de percepción visual, auditiva o táctil del luchador, según sea la situación en la que se encuentre en cada momento del combate. Este será el periodo temporal primario que desencadenará los dos restantes.


Por otra parte, tendremos el periodo temporal secundario, que transcurre desde que aparece el estímulo hasta que se produce el comienzo del movimiento, es el tiempo de reacción puro.


Por último, tendremos el periodo temporal terciario, que transcurre desde que se produce el comienzo del movimiento hasta la finalización completa de la respuesta motora.


Nos encontramos pues con tres estratos del tiempo, o velocidad de reacción; el primero que queda determinado por la capacidad del luchador a nivel sensorial, el segundo por el procesamiento de la información sensorial obtenida y el tercero por la respuesta motriz asociada a este procesamiento de la información.



Son tres fases definidas que nos marcan ya algunos parámetros útiles a la hora de determinar las características de los ejercicios y del programa de entrenamiento en el que basaremos el desarrollo integral de la velocidad combativa, tanto para el conjunto, como para cada uno de estos tres momentos del time line.


En el próximo post de esta serie veremos con mayor detalle algunas de las características que comunican estas tres fases y todos estos estratos que conforman la velocidad final del luchador, así como diferentes formas de utilizar toda esta información para implementar diferentes estrategias de entrenamiento para este apartado tan importante del combate deportivo del Wushu.


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