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Entrenar las proyecciones en Sanda



Dentro de las múltiples dificultades en la preparación integral efectiva de un luchador de Sanda, se encuentra la determinación de su potencial de carga máxima para el trabajo de proyecciones. Es fundamental entender el tipo de esfuerzo que realiza un combatiente de Sanda al efectuar técnicas de proyección en el marco de un combate. De ese análisis, se podrá deducir el tipo de entrenamiento que debemos planificar para mejorar este apartado.


Un punto de partida para enfocar correctamente esta planificación consiste en determinar correctamente la carga máxima proyectiva que puede soportar el luchador durante segmentos temporales de dos o tres minutos (duración de los asaltos). No menos importante sería conocer las posibles variaciones de estas cargas en virtud del peso, al modelo estructural de la proyección y todo lo relativo a su integración dentro de los diferentes conjuntos tácticos, conjuntos que implican diferentes técnicas y movilidades.


Muchos modelos de planificación y periodización de la fuerza en el entrenamiento deportivo tradicional se basan en la definición de la 1 RM del deportista. El objetivo de esta definición consiste en poder establecer todo el árbol de porcentajes de intensidad que debe transitar el atleta en su camino adaptativo para el mejor rendimiento deportivo.


Sin embargo, en una modalidad como el Sanda, y en particular en el trabajo de proyecciones, nos encontramos que el entrenamiento para la mejora de este potencial proyectivo se suele realizar dentro del marco de las propias sesiones semanales de grupos, con algunos entrenamientos específicos ocasionales cuando se aproximan las fechas de la competición.


Esto hace que, durante la mayor parte del año, el entrenamiento esté condicionado por cargas, intensidades y volúmenes vinculados a los tipos de compañeros que acuden al entrenamiento; todos ellos de pesos, somatotipos, niveles técnicos y psicologías combativas diferentes. Tampoco podemos olvidar la concurrencia de trabajos que se dan cita en una sesión general de entrenamiento, con un probable índice de interferencias y unos rangos de intensidad habitualmente más bajos que los que demanda una preparación competitiva.


Por todo ello, deberíamos establecer un marco específico para el desarrollo concreto de cada uno de los apartados combativos del entrenamiento (Da, Ti, Na, Shuai y Tui) y, en lo relativo al trabajo de Shuai, definir un entrenamiento complementario, también específico, para lograr el máximo potencial de fuerza que este tipo de acciones requiere en todas sus variantes.



Aunque el término no es del todo el adecuado para lo que nos afecta, utilizaremos este sinónimo del 1RM para definir de forma clara el punto de partida de referencia para el planteamiento de las variantes de carga en el programa individual del entrenamiento del atleta.


La determinación de este 1RM debería permitirnos establecer los parámetros óptimos del entrenamiento enfocados a dotar de fuerza suficiente al luchador, no solo para el combate concreto, si no para el desarrollo de los tipos de fuerza que va a necesitar en los sucesivos combates de una competición. De ahí se podrá determinar la cantidad media óptima de esfuerzo por proyección, algo que será muy útil para frenar la pérdida progresiva de potencial luchatorio a medida que se va consumiendo el tiempo de cada asalto.


Determinar estas cargas de referencia nos permitirá calcular los porcentajes y variabilidades correspondientes de volumen, densidad, intensidad y tiempo para lograr la mejor adaptación posible a las futuras demandas competitivas.



También nos permitirá calcular el número de sesiones en las que introducir los trabajos parcialmente concurrentes, los ejercicios de transferencia que deben aplicarse desde el marco general y específico al funcional y, por último, los descansos y recuperaciones necesarios en base a las cualidades trabajadas y las características concretas de cada sesión de entrenamiento programada.

Debemos definir de forma clara el punto de partida de referencia para el planteamiento de las variantes de carga en el programa individual del entrenamiento

La base para realizar estos cálculos parametrizados iniciales comenzaría por determinar el número de proyecciones (o intentos) que se pueden introducir en un combate, sin comprometer de forma excesiva la resistencia general del luchador. Para ello, necesitamos establecer la demanda específica de fuerza para cada «tipo definido de acción motriz» que, para las proyecciones, puede ser levantar al oponente, empujarlo, levantarlo y empujarlo, tirar de él o un combinado multidireccional que implique diferentes sumas de estas acciones.


Una idea interesante será analizar los consumos energéticos y necesidades estructurales y tácticas de cada tipo técnica de proyección y agruparlas en segmentos de mayor o menor consumo energético, es decir, qué conjunto consume más energía y que conjunto consume menos. En nuestra escuela las tenemos estratificadas y agrupadas siguiendo esta filosofía de análisis de esfuerzo y consumo energético, de forma que podemos establecer qué tipo de proyecciones debemos trabajar y de qué forma debemos hacerlo en cada fase concreta de la periodización deportiva.


En una gran cantidad de ocasiones, hemos visto a luchadores consumir por completo la energía necesaria para abordar el combate intentando proyectar de forma reiterada a oponentes de peso significativo. Esto, además de tratarse de un error táctico de base, también nos pone sobre aviso de la importancia que tiene dotar al luchador de su máxima capacidad explosiva para este tipo de acciones, así como de contar con una estrategia de consumo energético durante una competición basándonos en los parámetros anteriormente mencionados.


Entender con claridad este concepto, evaluar los diferentes parámetros de influencia que tienen en el entrenamiento y en el combate es una tarea imprescindible. Si se realiza correctamente, podremos diseñar un entrenamiento con mucha mayor precisión en términos de carga, intensidad, velocidad, descanso, concurrencia, tiempo de recuperación, número de series y número de repeticiones, sin perder de vista los conceptos de volumen, variabilidad y todos los diferentes principios del entrenamiento que debemos tener en cuenta para garantizar el correcto estímulo adaptativo y el mejor desempeño deportivo del luchador. También podremos enfocar mejor la estrategia y tácticas oportunas en los combates de cualquier competición concreta que estemos preparando.

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