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LA GESTIÓN DEL TIEMPO EN LAS AAMM


Imagen de Taco Fleur


«La definición de ejercicio funcional es lo que produce, no cómo se ve.»

Gray Cook


Los tiempos son cruciales en el combate. También lo son dentro del entrenamiento y en todo lo que conlleva su organización, planificación y puesta en práctica.


En esta entrada quiero reflexionar sobre cómo utilizamos ese tiempo habitualmente y por qué es posible mejorar y optimizar nuestro enfoque efectivo del entrenamiento a través de una gestión inteligente del tiempo para la práctica.


La gestión del tiempo

Tenemos poco tiempo, solemos usarlo mal, lo gestionamos como podemos porque nadie nos enseña en el colegio y en la vida cómo organizar correctamente nuestro tiempo. Es una base fundamental cuando los objetivos que nos proponemos son tantos, tan complejos y llenos de incertidumbre.


En general, calcular los tiempos no es tarea difícil cuando no hay imprevistos. Para una situación como la que nos afecta actualmente, hemos tenido que hacer múltiples esfuerzos y reorganizaciones de tiempo para poder cumplir con parte de los objetivos que nos habíamos propuesto antes de la pandemia.


Muchos han dispuesto de grandes volúmenes de tiempo y los han invertido en ver series, aprender nuevos platos de cocina o amargarse la vida pensando lo terrible que es no poder hacer lo que hacemos habitualmente.


En cualquier caso, y pese a la catástrofe que ha supuesto toda esta situación en términos humanos, económicos, políticos y sociales, tenemos la obligación, sobre todos los que nos dedicamos al estudio del combate, de superar las pruebas que la vida nos ha puesto en esta situación. El tiempo es un factor que deberíamos poder aprovechar ahora más que nunca ya que, aunque parezca lo contrario, el confinamiento y las restricciones nos permiten tener algo más de este preciado tesoro.


Definir los objetivos

En la práctica de las artes marciales existe un gran problema de foco que sigue sin resolverse. El primer paso para organizar correctamente el tiempo de práctica es tener claros nuestros objetivos con ella. Qué estamos buscando, qué queremos lograr con nuestro entrenamiento y de qué forma nos ayuda eso a vivir vidas más felices, plenas, seguras, sanas y divertidas. Todos estos factores deberían formar parte de nuestras ambiciones para ganar esa plenitud sobre la que solemos teorizar pero que requiere cierta organización para lograrse.


Uno de los muchos objetivos posibles de la práctica marcial, siempre sin destrozar sus principios, ver artículo, es el combate. Nos preparamos para el combate porque ahí está uno de los pilares de la marcialidad; la capacidad de enfrentarse físicamente a las amenazas hacia nuestra integridad física, mental o emocional.


Entrenamos en muchas ocasiones con objetivos indefinidos, eso hace que gestionemos el tiempo de forma indefinida o confusa. Unos días hacemos una cosa, otros otra y creemos que el sumatorio de acciones diversas, no programadas, nos permitirá una progresión correcta hacia alguna parte de nuestra nebulosa mental. El combate tiene un objetivo claro, la autodefensa, vencer al oponente, ganar al enemigo, sobrevivir.


Generalidades de un entrenamiento realista

Si entrenamos para tener este potencial de combate es preciso que organicemos nuestro tiempo y que estudiemos los tiempos que afectan a este segmento de la práctica. Muchos entrenan como soldados para una vida civil potencialmente sedentaria. Otros entrenan como espías de la época feudal japonesa en un mundo en el que el reto puede surgir en medio de la calle un día cualquiera. Algunos entrenan como si fuesen a enfrentarse a Rocky Balboa en un combate de 12 asaltos y esto, aunque suene un poco lamentable, tiene muy poco que ver con un modelo de tiempo de referencia real y práctico.


El foco del entrenamiento debería apuntar prioritariamente a las situaciones que más puedan darse en nuestros contexto vital habitual. Aquello que tiene mayor porcentaje lógico de afectarnos debería estar por delante, en la jerarquía de prioridades de tiempos de acción, a los que deberemos hacer frente y para los que debe prepararnos el entrenamiento que hagamos.


No quiero decir que tengamos que abandonar aspectos de nuestro entrenamiento habitual, tan solo reconsiderar qué tiene una mayor probabilidad de ocurrir y colocar ese plano como prioritario por delante de algo como, por ejemplo, saltar en paracaídas (exagero un poco, pero creo que hay que definir con claridad los bloques de importancia).


La realidad que nos afecta

Si no vamos a subirnos a un octógono o un cuadrilátero, el entrenamiento de resistencia que tenemos que abordar no debería ir en la dirección de los tiempos de combate deportivo, tanto dentro de cada asalto como para el número de asaltos finales de la gesta. Es difícil transmitir esto, pero muchos de los entrenamientos se plantean con esta perspectiva y no tienen mucho sentido. En la calle nadie lucha 12 asaltos ni se descansa un minuto entre ellos. Tampoco se nos garantiza que el tiempo medio de combate sean dos segundos o un minuto. La realidad es mucho más breve, concentrada e imprevisible que el combate deportivo organizado.


Por otra parte, cuando asumimos entrenamientos de tipo militar, debemos tener claro que abordamos un complemento que nos resta tiempo para realizar los entrenamientos funcionales reales del arte marcial que practicamos. Disponer de un abanico de herramientas de agilidad, velocidad, resistencia, etc. muy amplio siempre es mejor que no tenerlo. El problema es cuando dejamos de hacer las formas, katas o ejercicios fundamentales de nuestro sistema para invertir el tiempo en aprender a saltar un muro una y otra vez. No son contradictorios, sobre todo si tenemos tiempo para hacer ambas cosas.


El error de todo esto está en sustituir lo uno por lo otro y pensar que hay transferencias naturales óptimas en ambas direcciones.


Una realidad sin pistolas

El tema de las armas de fuego ya lo hemos tratado en varias ocasiones. Saber disparar está muy bien. Para los que tenemos formación militar y hemos disparado hasta tener ampollas en la mejilla no cabe duda de que la formación en tiro es clave para un soldado o un policía, ambos autorizados a llevar este tipo de armas y a usarlas según toque.


En Europa no se permite a la población civil tener armas de fuego. Es muy probable que el tiempo que invertimos en disparar estemos dejando de invertirlo en mejorar nuestra guardia, potenciar nuestras piernas, manejar correctamente palos y armas de filo, etc.


Todas estas opciones serán más prácticas que la primera para la vía del artista marcial europeo medio. Insisto, si el practicante es un soldado en activo, un policía o un cuerpo de seguridad, sí es fundamental incluir este tipo de entrenamiento porque obedece a su realidad particular de acciones potencialmente posibles.


Tiempo real para objetivos reales

Insisto en que sería fantástico si tuviésemos el tiempo suficiente para hacerlo todo . Sin embargo, la realidad de las escuelas de artes marciales es que, en muchas ocasiones, los alumnos faltan por no tener el tiempo final del día para acudir a una de sus dos breves citas semanales. Esto, además de ser un fiel reflejo del compromiso real del practicante, contrasta cuando observamos que dedican horas a correr, escalar, jugar al Airsoft o, quizá lo más extraño de todo, disparar a zombis en la televisión de su casa.


Todo está perfectamente justificado si obedece a los objetivos que nos hemos propuesto en la vida, pero la gestión efectiva del tiempo, la que marca la diferencia entre la efectividad y la estupidez, depende de una valoración a priori de estos objetivos y de definir correctamente que necesidades básicas tenemos que abordar en nuestra práctica para poder cumplirlos.


Adaptarnos a las exigencias del medio

Correr horas no es necesario para una mejora de la resistencia. La intensidad de un combate tiene una demanda anaeróbica incuestionable. Correr un buen rato un par de veces a la semana puede ser una estrategia interesante para recuperarse de un entrenamiento habitual con un porcentaje mayor de exigencia metabólica de fosfágenos o glucolítica. Los competidores tendrán que hacer sus ajustes en base a las demandas a las que tienen que hacer frente, pero no para el artista marcial medio «no competidor».


Entrenar secuencias funcionales muy apartadas del eje anatómico/técnico de nuestros sistemas tampoco tiene mucho sentido. Todas las cualidades físicas básicas que debemos incrementar pueden funcionalizarse y optimizarse dentro del contexto de acción para el que nos preparamos. Ahora está de moda todo ese entrenamiento «disfuncional», pero no podemos olvidar la influencia de lo estético en todo este proceso. Un cuerpo bonito no garantiza en absoluto una mejora de nuestro potencial técnico de acción.


Combinar con inteligencia

Combinar diferentes sistemas sí nos parece una opción interesante de ocupación cuando tenemos el tiempo complementario suficiente. Trabajar sistemas que amplíen nuestro arsenal técnico conceptual mejora todas nuestras cualidades y habilidades, integrando elementos que pueden ser compatibles y aportándonos una visión más amplia de múltiples situaciones combativas.


No obstante, no podemos perder nunca de vista la realidad efectiva de aquello para lo que nos preparamos. No hay equipamiento, no tenemos protecciones, el suelo es duro y puede tener elementos dañinos para nuestro cuerpo, etc. No digo con esto que tengamos que basarnos absolutamente en un entorno urbano puro, pero sí que la realidad para la que nos preparamos no va a estar seguramente amortiguada. Eso nos debe dar que pensar qué cosas podemos o debemos trabajar dentro de las dinámicas que pretendemos.


Un suelo acolchado es una garantía de seguridad para ciertas intensidades de combate. Pero aprender a caer con esta garantía debe tener una progresión que nos permita hacer lo mismo en un suelo duro sin que nos lastimemos. El acolchado cumple una función temporal en nuestro entrenamiento y nuestra mejora progresiva de habilidades. También en esto el tiempo cumple un papel decisivo al enmarcar las diferentes fases de progresión que deben ir de lo fácil a lo complejo, de lo blando a lo duro, de lo lento a lo rápido y de lo predecible a lo inesperado.


Conclusión

En cualquier caso, aunque me he extendido demasiado en este post, creo que lo más importante de todo es tener claros nuestros objetivos. Afianzarnos en sistema nuclear en el que buscar desarrollarlos y complementar todo lo que podamos, con elementos que tengan una lógica adaptativa a los contextos tipo de nuestros objetivos, así como un impacto en la organización de nuestro tiempo que no entre en conflicto con el eje de nuestro sistema nuclear, es decir, que lo aprendido y desarrollado sea transferible e integrable en nuestra estructura personal de desarrollo marcial.

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