LAS CAÍDAS EN SANDA
«Nuestro sentido hispánico nos dice que cualquier hombre, por caído que se encuentre, puede levantarse; pero también caer, por alto que parezca. En esta posibilidad de caer o levantarse todos los hombres son iguales.»
Ramiro de Maeztu
INTRODUCCIÓN
En el entrenamiento del Sanda resulta fundamental comprender y desarrollar las bases del trabajo de caídas como uno de los pilares inexcusables del método. Todos los sistemas marciales que abordan una aproximación a la ejecución más real posible de sus técnicas contienen, entre muchos otros elementos, un apartado destinado al trabajo de desarrollo del buen caer.
¿Cómo se define correctamente este trabajo? ¿De qué se compone? ¿Cuál es su utilidad en el entrenamiento y en la lucha? ¿Cuánto y cuándo hay que practicar sus propuestas? Estas y otras preguntas similares son las que nos llevan a desarrollar la siguiente entrada que busca profundizar en este elemento en el contexto de la lucha deportiva del Wushu.
Si miramos a lo lejos podremos observar que la lucha es una de las primeras manifestaciones socioculturales del ser humano junto con la danza. Desde su origen hasta nuestros días los métodos de lucha han evolucionado enormemente pasando por momentos de mayor y de menor gloria. Su adaptación al contexto deportivo y social, su desarrollo militar y su comprensión como fundamento general de la práctica marcial han hecho que la inclusión de procedimientos para aprender y desarrollar las caídas se realice desde perspectivas muy diferentes pero sobre generalidades fácilmente apreciables, hablemos del estilo marcial que hablemos.
Si nos referimos a la lucha grecorromana o a la lucha olímpica, como patrones que nos pueden resultar históricamente y culturalmente más cercanos, veremos que ya se gestionan fórmulas para tratar el momento de la caída al suelo tras una proyección, un barrido, un empuje o un desequilibrio. El suelo puede ser nuestro peor enemigo si este apartado no ha sido debidamente estudiado o particularmente desarrollado dentro del conjunto de elementos del combate.
Las artes marciales orientales introducen el trabajo de caídas de una forma relevante en sus currículos procedimentales, tanto en la definición del entrenamiento como en la estructura de sus técnicas que cuentan con ellas para un desarrollo efectivo y realista.
Las Ukemi Waza del Judo, Kárate o del Aikido, comparten necesidad y procedimientos a la vez que son un fiel reflejo de lo que podemos localizar sobre el arte de caer en estilos chinos como el Shuai Jiao, el Ditang Quan o el San Shou Taijiquan entre muchos otros.
LAS CAÍDAS EN EL ÁMBITO DEL WUSHU
En las artes marciales chinas se denomina Daodifa al conjunto de técnicas de caída, agrupándose habitualmente con todos aquellos trabajos que guardan relación con el suelo de alguna forma como son los saltos y volteretas, conjunto técnico definido bajo el título de Dishu Quan Fa.
Aunque los procedimientos de acción son muy diversos al integrarse contextualmente en las técnicas concretas de cada estilo, todos comprenden los mismos tipos de acciones que podemos clasificar en:
· Caer directamente
· Caer rodando
· Caer saltando
En las acciones de caer directamente nos encontramos con dos formas de gestión específicas, una amortiguando la caída gracias al control muscular de la carga (Paidi) y otra recepcionando el impacto a través de una derivación seca a los brazos hacia el suelo (Zhicheng). La primera es la más útil de cara al contexto real de aplicación de la técnica ya que la realidad de la calle no siempre nos pone una colchoneta debajo para que nuestros brazos se coman, sin daños, la derivación de la fuerza de impacto, tal y como ocurre en Zhicheng. Esta idea de golpear el suelo es muy útil e interesante en suelos acolchados como los de la sala de entrenamiento, aunque de suelos y condiciones ambientales hablaremos en otra futura entrada.
El trabajo de rodamientos o Gunfan resulta fundamental para disolver la fuerza de la caída y permitir una vía de incorporación inmediata natural, acorde a la inercia de la fuerza recibida y sin ningún tipo de daño corporal. Es uno de los modelos más útiles para el desarrollo de determinadas proyecciones y, sobre todo, para los empujes recibidos, desequilibrios o barridos en los que la falta de sujeción directa de las proyecciones permite una acción más libre para redirigir el momento de caer.
Por último, la acción de caída con salto (Yuyue) es un trabajo también fundamental para desarrollar la capacidad segura de reubicación espacial inmediata al ser proyectados desde altura y con un espacio importante entre el suelo y el momento de lanzamiento de la proyección.
Estos trabajos se suelen programar de forma que se incluyan en sus ejecuciones las diferentes direcciones de caída natural desde un punto de vista de la posición anatómica en sus diferentes planos de movimiento (sagital, frontal y transversal) agrupándose estas acciones en ejercicios hacia adelante, hacia atrás y laterales.
GENERALIDADES DEL ENTRENAMIENTO DE LAS CAÍDAS EN SANDA
El hecho de que en Sanda se puedan sujetar las piernas, los brazos o el tronco para realizar la proyección condiciona su estructura de trabajo, que fijará mucho las direcciones de caída de estas acciones para definir el conjunto de trabajos de caída más habituales. Las secuencias continuadas de caídas, rodamientos y saltos de nuestra escuela son un ejemplo de adaptación del método tradicional a las condiciones de la moderna estructuración del combate deportivo de las artes marciales chinas. Hablaremos de estas secuencias en futuros artículos sobre el método de entrenamiento que aplicamos en Wushu University.
Como un elemento fundamental del entrenamiento, el trabajo de caídas incide en muchos elementos colaterales de la práctica. El acondicionamiento corporal que realizamos al rodar, o la necesidad de flexibilidad y fuerza que nos requieren las acciones de salto y recepción, son elementos de gran utilidad en otros campos de la modalidad. Es por esto que lo ideal es introducir desde el segmento infantil procedimientos de adaptación progresiva en estos trabajos para propiciar una adaptación corporal óptima para el desarrollo de la práctica marcial o deportiva posterior.
Rodar, estudiar las líneas anatómicas que son sometidas a fuerzas de empuje o tracción, junto con la compresión que aplicamos al cuerpo contra el suelo, nos ayuda a tomar conciencia de la circularidad aplicable a nuestra estructura anatómica. Una circularidad imprescindible para garantizar la integridad física en un nivel de práctica de alta intensidad.
Por este motivo una parte importante del trabajo infantil se realiza en contacto con el suelo y muchos de los juegos luchatorios o los circuitos diseñados para el desarrollo marcial infantil despegan, nunca mejor dicho, desde los trabajos de contacto con el suelo hasta el proceso de incorporación y salto.
lo ideal es introducir desde el segmento infantil procedimientos de adaptación progresiva en estos trabajos
La progresión lógica parte de los simples ejercicios de rodamiento de acondicionamiento que conllevan unos requerimientos técnicos mínimos en los que los alumnos exploran su estructura y su peso en contacto con el suelo para, posteriormente, empezar a comprender su motricidad dinámica en acciones de movimiento (arrastre, rodamiento, reptación, etc.)
Las acciones puntuales de incorporación de rodillas y caída amortiguada con poca distancia desde la cabeza al suelo permite esta adaptación venciendo a uno de los peores enemigos de este trabajo, el miedo a caer.
Los más pequeños lo vencen fácilmente ya que su conciencia de riesgo es inicialmente menor. Por este motivo, el nivel de responsabilidad sobre la dirección de estos trabajos en el maestro aumenta de forma inversamente proporcional a la reducción de edad de sus alumnos. El trabajo de caídas debe ser progresivo y proporcional a las capacidades físicas, a la comprensión de la acción y los riesgos que conlleva y, por último, a la adaptación corporal frente a las exigencias que estas acciones demandarán.
El detalle técnico de movilización articular y corporal en las acciones de recepción posterior debe iniciarse en un suelo debidamente acondicionado para asumir los errores iniciales de los practicantes. Al comienzo de la práctica es muy fácil caer sin circularidad o fijando apoyos que lastimarán progresivamente los segmentos articulares más implicados (codos, muñecas, hombros y cuello, aunque las rodillas y las caderas también sufren a veces esta falta de elementos de protección). Tan solo un buen equipamiento puede paliar este déficit y permitir una progresión dirigida que no lastime la estructura corporal del practicante.
De nada sirve romperse aprendiendo a caer para que, cuando ya hemos aprendido, el cuerpo está tan lastimado que toda acción en esa dirección tendrá un rechazo natural de nuestra estructura energética.
El trabajo de caídas debe ser progresivo y proporcional a las capacidades físicas, a la comprensión de la acción y los riesgos que conlleva
PUNTOS CLAVE EN LA EJECUCIÓN DURANTE EL ENTRENAMIENTO
La supervisión de estos elementos por parte del monitor se hace imprescindible a la hora de planificar un buen trabajo de caídas:
Relajación relativa de la estructura evitando tensiones o rigideces que comprometan la circularidad corporal o que impidan la distribución de fuerza de caída focalizándola en un solo grupo articular.
Mantener la contención respiratoria oportuna como elemento de amortiguación.
Vigilar que la barbilla esté bien posicionada, lo más cerca del pecho, para evitar el contacto de la cabeza como punto de apoyo en el suelo. En este apartado contar con la dirección de la mirada como una fórmula de posicionamiento correcta del cuello en todas las acciones.
El orden de los segmentos corporales debe estructurarse lentamente y fijando el nivel de conciencia oportuno entre ellos y entre los tejidos que los conectan. Es muy importante evitar la compresión del tronco por flexión y, sobre todo, la seguridad de los ángulos naturales de amortiguación de la columna sin excederlos.
Los impactos de recepción no deben caer nunca en tobillos o rodillas, siendo los brazos, no muy alejados del tronco, los que asuman estas derivaciones con sequedad y proporcionalidad.
Las rotaciones articulares deben prepararse previamente antes de iniciar el trabajo en contacto con el suelo para que éstas estén debidamente lubricadas y estresadas en términos positivos.
En el caso de los adultos, la progresión debe ser mucho más cuidadosa si cabe, sobre todo en casos de alumnos con capacidades físicas medias o bajas (poca fuerza, falta de flexibilidad, miedo a caer, etc.), no entrenados o con algún tipo de lesión o enfermedad.
Este último punto es fundamental que se aclare antes de abordar el trabajo porque el aumento de presión sanguínea en las acciones de caída es importante y la inversión corporal o los impactos en zonas articulares mal alineadas puede conllevar situaciones de riesgo innecesarias y peligrosas.
CONCLUSIONES
Trabajar las bases y su progresiva contextualización en el ámbito de la aplicación resulta fundamental para que todo este trabajo sirva de algo. Si al abordar la práctica de proyecciones no vamos incluyendo, poco a poco, las acciones de caer, el trabajo de fundamentos no servirá de mucho y crearemos sin darnos cuenta una visión de la técnica limitada que nunca llegamos a explorar.
Si el trabajo de caídas se realiza correctamente y se incluye progresivamente en el contexto de las bases técnicas del combate, así como en el propio combate libre, el nivel de realismo y de intensidad permitirá incrementar el potencial de lucha de los practicantes, tanto del que aplica la técnica como del que la recibe.
Esperamos que esta breve reseña sea de utilidad a los que practican esta maravillosa disciplina deportiva e insistimos que un trabajo bien planteado, realizado proporcionalmente y sin perder de vista los elementos de seguridad imprescindibles que hemos mencionado, puede garantizar una progresión positiva y un disfrute mayor de la practica en términos de diversidad y efectividad técnica.
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